Aguafuertes Bahienses

L a C i u d a d T r a s L a s R e j a s

Vivir tras las rejas, una realidad distante para muchos. Ladrones, asesinos, violadores y demás van a parar a esas jaulas privándose de libertad, de aire, de independencia. Con las puertas bajo llave, con miedo, esperando que alguien abra alguna vez... Ahora...¿qué delito tan grande ha cometido la mitad de la población de La Blanca que vive en una especie de libertad condicional encarcelada en su propia casa?... Si hay algo que me llama muuucho la atención es la cantidad de rejas que hay en la ciudad rodeando centenares de hogares. Negras, blancas, rojas, verdes, altísimas y punteagudas o más bajas y redondeadas, las rejas se han convertido en un factor común que ya es parte ornamental de las viviendas bahienses. Se las combina con las tejas, las paredes y los marcos de las puertas y ventanas, y no tenerlas es indicio de que la construcción de la casa aún no está terminada... Parece ser que los padres de familia están horrorosamente acostumbrados a la inseguridad, tanto que, en lugar de esperar a poner tras las rejas a los delincuentes, prefieren resignarse al miedo y ¡se enjaulan ellos mismos!¡como si realmente fuera algo normal!! ... ¿un mal necesario como muchos?...habría que ponerse a pensar fríamente en este detalle no tan detalle... Esta bien que poner una linda hilera de barrotes en el frente de tu casa no significa estar privándose de la libertad porque uno tiene la llave de la reja y puede abrirla y cerrarla cuando quiere...pero, hay algo más, hay algo de arte negro en esas jaulas voluntarias, que quieren ser inútilmente fuertes pero no son más que una llave más en el llavero del dueño de casa, y un salto más en el camino del dueño de unas manos frías y malintencionadas...¿existe una creencia verdadera en la utilidad de este aparato? Yo creo que no. Creo que a esta altura del partido las rejas se siguen reproduciendo por inercia. Nacen y nacen y la gente las acomoda con orgullo y les intenta dar razón de ser... Hasta cuándo los hogares van a seguir auto-enjaulándose de una manera tan perversa, no lo se. Hasta ese momento, ese montón de chatarra inservible, esos pedazos de fierro estirados, esos barrotes acomodados tomando distancia, van a seguir representando lo mismo que hasta ahora: la triste realidad de vivientes que eligieron enjaular sus paredes y hacer más pausado el trayecto de la vereda a su hogar dulce hogar, queriendo cuidar sus días y noches, cuando en realidad, sólo ocultan una disfrazada mediocridad de mentes kafkianas que ya ni siquiera saben a qué le temen... (Aclaracion: estos beios barrotes también van a hacer uso del espacio de la vereda de mi hogar en un futuro ... por el momento sólo se ocupan de impedir una huida nocturna por la ventana y de evitar que los marcianos me salven la vida llevandome al planeta del dulce de leche y la rosa mosqueta...)